"Soy monstruosamente abstracta", es lo único que me dijo. Rostro pálido y labios rojos,atrayentes y obscenos, su escudo. Le habían ensuciado el alma pero sabía como camuflárselo a todo el mundo, menos a mí, tenía unos ojos azules trágicamente oscuros. Su mirada estaba empañada, como la Luna. Vivía en una película muda, en blanco y negro, pero su luz alumbraba a todo el mundo. Eso ella no lo sabía,(yo sí), a mí me cegó.Tintaba y definía la vida de las personas y se difuminaba la suya.

Me embrujó en el ascensor y yo la absorbí, le desnudé el alma.Se perdió en mí y yo en ella, hicimos arte.

Ahora nos autodestruimos los dos.