El día que te alejaste, sentí vértigo etéreo.
La piel se disolvió, la mente se desgarró, los ojos todavía se inundan,
eras celeste y aéreo,
Pupilas plagadas de tormentas, las pestañas ya desbordan.
Desde aquí; saltar, desistir, desvanecer,
y huir.
O quizá aprisionarme a tu inclinación,
y seguir.
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